Tarija tiene siete fiestas
grandes: 15 de abril, carnavales, Pascua, San Roque, Virgen de Chaguaya y
Navidad. Las últimas cuatro están vinculadas con fiestas de la Iglesia
Católica. Carnavales se festeja los días que preceden al miércoles de ceniza,
cuando comienza el tiempo de cuaresma y en el 15 de abril se celebra la
victoria sobre el ejército realista, del ejercito combinado del general La
Madrid y los montoneros tarijeños. En la Navidad se celebra el increíble
acontecimiento de que Dios se hace hombre en la humanidad de un niño, que es la
fe de más de 2.000 millones de personas en el mundo. Pero también la Navidad se
ha convertido en una celebración mundial.
La característica
principal de la fiesta de la Navidad tarijeña son las adoraciones al Niño Dios.
Las realizan los niños y los jóvenes mediante bailes y canciones. Comienzan
mucho antes del 25 de diciembre y se llevan a cabo delante de los nacimientos
que arreglan familias tarijeñas. Se realizan de acuerdo a una liturgia que
comprende bailes y cantos, cuya finalidad es adorar a Jesús recién nacido.
También se realizan las trenzadas, donde los danzantes bailan tomando trenzas
que cuelgan de un palo. Las adoraciones se llevan a cabo en las noches hasta
que se celebra la fiesta principal, cuando se va a la iglesia para la misa. En
esta ocasión se lleva la imagen hasta la iglesia con los danzantes bailando y
se vuelve danzando hasta la casa anfitriona para continuar la celebración.
Durante las adoraciones se invitan masitas y mistelas.
En mi niñez a mi me tocó
participar con mucha alegría y entusiasmo en las adoraciones, cuando Tarija era
una ciudad pequeña. Era el tiempo cuando los niños creíamos que los regalos los
traía el Niño Dios, cuando se comía el pan de navidad que se hacía en las casas
y que ahora se llama panetón y se fabrica en cantidades industriales.
Las navidades tarijeñas
dejaron una huella profunda en mi espíritu, pero una que nunca olvidaré es la
navidad que pasé cuando trabajaba como ingeniero en el Servicio Nacional de
Caminos, en la localidad de Río Negro de la carretera Tarija – Bermejo. Esa
navidad la pasé con la comunidad de campesinos que vivían en el lugar, donde
tenía mi oficina y alojamiento. Todas las tardes nos reuníamos en la rústica
capilla que había en el lugar. Con tres músicos, uno que tocaba la quena, otro
el tambor y el tercero el bombo, los niños de la comunidad, la mayor parte
descalzos, adoraban al Niño Dios, siguiendo la liturgia de las adoraciones.
La letra de las canciones
de la adoración es poesía de alabanza a Dios, con lenguaje tarijeño expresando
el alma tarijeña. Una muestra es la siguiente:
“Niño
Manuelito que bonito sois,
dentro tu
cunita grano de oro sois.
Dulce Jesús
mío, mi niño adorado
oh rey de los
cielos nacido en Belén”
“Arrurú mi
niño, arrurú mi Dios,
que todo mi
anhelo es estar con vos”
“Ya viene la
vaca por el callejón,
trayendo la
leche para el Niño Dios.
Estrellas del
cielo, aurora del mar,
que vamos muy
pronto a Dios a adorar”
“Pisa, pisa
pastorcillo, pisa, pisa con valor,
tomaremos vino
dulce de la viña del Señor”
“A las doce de
la noche un gallo nos despertó,
con su canto
tan alegre, diciendo Cristo nació.
Bajan ángeles
del cielo a enseñarnos a adorar
al Señor de
cielo y tierra, sacramento del altar”
“Trencen y
destrencen, vuelvan a trenzar,
que el rey de
los cielos está por llegar.
Albricias,
albricias nos den,
que ay ser
niño hermoso nacido en Belén”