Recientemente se ha publicado el libro “Tojo – Yavi” “La Saga de un
marquesado” escrito por don Juan Carlos Castellanos Zamora. El libro relata la
historia del marquesado de Tojo – Yavi, que se extendió desde Tarija hasta la
mitad de la provincia de Tucumán. De este marquesado surgió Narciso Campero
Leyes, que fue el presidente que eligieron los bolivianos para que dirija al
país, cuando estaba por perder su único departamento con costa en el océano
Pacifico.
Narciso Campero Leyes nació el 28 de octubre de 1813 en el pueblo de
Tojo del marquesado del Tojo – Yavi. Fue hijo de Felipe Campero y Florencia
Leyes. Su madre Florencia, falleció a los dos meses de haberle dado a luz. Su
padre Felipe Campero era administrador general de los bienes del marqués del
Tojo. Según la biografía de Narciso Campero del general Miguel Ramallo, su
padre Felipe era hijo del tercer marqués del Valle del Tojo, aunque en las
cartas que mantuvieron Felipe y el cuarto marqués, no se encuentra ninguna
mención a la situación de parentesco, la que si se encuentra en cartas que
Felipe Campero tuvo con parientes Campero que vivían en Tucumán. Juan José
Feliciano Fernández Campero, cuarto marqués del Valle del Tojo, se convirtió a
la causa patriota y contribuyó con su esfuerzo y fortuna a la guerra
emancipadora. Organizó una guerrilla en el oeste de Tarija. Fue capturado y
murió en el exilio.
Narciso Campero realizó sus estudios primarios en las escuelas de Tojo,
Livilivi y Moraya. Su padre lo llevó a Sucre, donde realizó sus estudios
secundarios en el Seminario Conciliar y en el Colegio Junín. Ingresó a la
Universidad San Francisco Xavier para estudiar derecho. Venció los cinco años
de estudio de la carrera y realizó el año de estudio práctico.
Campero no rindió el examen de tribunal, que exigía el reglamento de la
universidad para obtener el título de abogado, por enlistarse en el ejército
que se formó para enfrentar la declaratoria de guerra que hizo el dictador
argentino Juan Manuel de Rosas a la Confederación Perú-Boliviana. Participó en
las batallas de Montenegro e Iruya. Después de la batalla de Montenegro fue
ascendido al grado de teniente segundo y luego a teniente primero con el que
participó en la batalla de Iruya. Por su destacada actuación en la campaña, el
comandante del ejército boliviano general Felipe Braun, convenció a Narciso
Campero a que siguiese la carrera militar.
Continuó
su carrera militar durante el gobierno del general Jose Miguel de Velasco, en
el cual fue ascendido a capitán. A finales del año 1840 Velasco fue traicionado
por sus edecanes Goitia y Agreda, quienes lo apresaron, proclamando como
presidente al general Andrés de Santa Cruz y constituyendo una junta de
gobierno. Pocos meses después el batallón 5º acantonado en Laja se sublevó
proclamando como presidente al general José Ballivián. Al mismo tiempo los
batallones 7º y 8º se sublevaron proclamando al general José Miguel de Velasco.
Restituido en el poder, Velasco ascendió a Campero a mayor y le puso al mando
de dos escuadrones de lanceros y le dio la orden de tomar la ciudad de Potosí,
la cual Campero cumplió con éxito.
Cuando supo que el general Gamarra se disponía a invadir Bolivia,
Campero propició mediante una carta la unión entre Velasco y Ballivián para
defender a Bolivia. El general Ballivián tenía un grado militar superior al del
general Velasco, por lo que asumió el mando del ejército boliviano. Un militar
subalterno de Ballivián apresó con insultos al general Velasco. Dolido por esta
acción y después de ser liberado, el general Velasco se exilió voluntariamente
en Salta.
Por su actuación en la batalla de Ingavi fue ascendido al grado de
teniente coronel y nombrado secretario de primera clase de la legación
boliviana recientemente acreditada en Lima. En la capital peruana contrajo
malaria por lo que tuvo que regresar a Bolivia. En 1844 Narciso Campero fue
enviado a Europa por el presidente Ballivián para que haga estudios sobre las
instituciones militares europeas.
En Madrid, en el trato que tuvo con jefes y oficiales españoles se dio
cuenta que su educación era muy deficiente y que no correspondía a la que tenía
que tener un teniente coronel. Pidió permiso y se fue a París para mejorar su
educación. Consiguió ingresar a la academia del profesor J. Adhemar, un
republicano mecenas de la educación. Estudió matemáticas y otras ciencias.
Obtuvo una beca gratuita de alumno extranjero para estudiar en la
Escuela Politécnica. Después de tres años de estudio recibió el título de
ingeniero civil, requisito indispensable para ingresar a la Escuela Militar
Imperial de Estado Mayor de Saint Cyr. Después de rendir un brillante examen de
ingreso, obtuvo una de las seis becas destinadas para los militares polacos. En
1854, habiendo terminado sus estudios en la Escuela de Estado Mayor, fue
ascendido al grado de coronel por el Congreso y recibió la orden de regresar a
Bolivia.
Como sus estudios de derecho fueron interrumpidos para unirse al
ejército del general Felipe Braun, en 1856 rindió en Sucre su examen ante la
Corte Superior de Justicia para obtener su título de abogado. Venció el examen
e hizo el juramento de ley para ejercer la profesión de abogado.
Durante
su estadía en Europa el general José Ballivián renunció a la presidencia,
cansado de tener que enfrentar intentos de golpe de estado, asumió la
presidencia nuevamente el general Velasco, quien a la postre fue derrocado por
el general Manuel Isidoro Belzu y a éste le sucedió en el gobierno su yerno el
general Jorge Córdova. Narciso Campero llegó a Bolivia cuando Córdova era
presidente. Como líder de un movimiento que se originó en Sucre en contra de
Córdova, Campero apoyó la ascensión a la presidencia del Dr. José María Linares.
Fue nombrado jefe político y militar de la ciudad de Potosí. En 1859 Campero
fue salvado de ser fusilado por sus amigos, que falsificaron su firma en una
orden de rendición a la guarnición de la Casa de la Moneda, que los rebeldes
utilizaron para tomarla.
Posteriormente fue nombrado jefe político del distrito de Cochabamba.
Cuando ejercía esta función, el presidente José María Linares fue depuesto por
sus más estrechos colaboradores, quienes constituyeron un triunvirato. El
triunvirato convocó a una convención nacional, que se reunió en Sucre y
proclamó como presidente constitucional al general José María de Achá. A fines
de abril de 1861, el coronel Campero entregó la jefatura política del
departamento al prefecto designado por el presidente Achá y decidió marcharse a
Europa.
En Europa, Narciso Campero se dedicó durante tres años (1861 – 1864) a
viajar por los países europeos. A fines de 1864 decidió volver a Bolivia, durante
el viaje de regreso, en Panamá, se enteró que el general Mariano Melgarejo
había derrocado al general Achá (28 de diciembre de 1864). De Panamá tomó un
barco para llegar a Arica. Desde este puerto viajó en tren a Tacna, y de allí
viajó hasta Oruro montado a caballo. Luego se dirigió al norte llegando a
Caracollo, donde se encontró con el general Melgarejo, quien lo reincorporó al
ejército. Lo que estaba sucediendo es que Melgarejo se dirigía con su ejército
a la ciudad de La Paz a conjurar una insurrección a favor del general Isidoro
Belzu. De esta manera Campero participó de la reconquista del palacio de
gobierno por parte de Melgarejo, donde el general Belzu fue muerto por el
disparo de un riflero (27 de marzo de 1865).
El general Narciso Campero estuvo en el gobierno de Melgarejo, hasta que
perdió la simpatía del caudillo. En el pueblo de Paria Melgarejo furioso le
llamó “traidor e inútil” y lo sentenció a fusilarlo. Ordenó que se presentaran
cuatro tiradores. Las demás personas que participaban de la reunión lograron
que ordenara el retiro de los tiradores. Melgarejo después de llenar de
improperios a Campero lo llamó inútil. “Si soy inútil” respondió con firmeza
Campero “que cosa más sencilla que mi inmediata separación del ejército”.
“Ahora mismo” contestó Melgarejo, sacando de su bolsillo una orden que puso
sobre la mesa.
En una noche fría del mes de junio, el general Campero partió montado en
su caballo con rumbo al oeste, escoltado por dos oficiales. A los tres días
llegaron al pueblo de Curahuara, donde uno de sus escoltas tomó el camino de
regreso. Con el comandante Matías Irigoyen llegaron al pueblo de Andahuayllas,
en donde fueron alojados por el cura del pueblo.
Al día siguiente, el sacristán informó al cura que un Quisbert y el
corregidor habían decidido vengar la muerte del general Belzu, enviando la
cabeza del general Campero a la ciudad de La Paz. Ante la inminencia de ser
atacados, Campero envió mensajes al prefecto Andrade y al comandante de
frontera José María Cordero, pidiéndoles que acudieran en el acto con la fuerza
armada.
La casa fue rodeada por una turba. Quisbert y el corregidor entraron a
la casa. Quisbert le dijo al cura, “Tengo la orden de remitir la cabeza del
general Campero al comandante Cordero”. El cura respondió enérgicamente “No
sacaran de esta casa al general Campero, sino sobre mi cadáver”. “Fuera de
aquí” respondió el cura, a lo que los dos líderes de la revuelta se marcharon. Los
sitiadores profiriendo amenazas lanzaban piedras sobre la casa y cuando
amontonaban leña junto a la puerta, llegó el comandante José María Cordero con
una fuerza armada. Al día siguiente el general Campero y su escolta, se
despidieron del digno y valeroso sacerdote y escoltados por el comandante
Cordero se marcharon de la casa.
El general Campero decidió emigrar a la ciudad peruana de Tacna, a donde
llegó a principios de enero de 1866. Estuvo poco tiempo en Tacna. A Campero se
le agotó el dinero y como no podía trabajar como abogado, decidió trasladarse a
Buenos Aires. Con el préstamo de 1.000 soles que le hizo un amigo, pudo hacer
el viaje a Buenos Aires.
En Buenos Aires se vio en una muy mala situación económica, por lo que
se puso a buscar trabajo. No podía ejercer su profesión de abogado porque su
título lo tenía en Sucre, por lo que trabajó como escribiente en un bufet.
Cuando recibió su título que le enviaron de Sucre, con un compañero de trabajo
abrió un bufet. En poco tiempo lograron hacerse de una numerosa clientela. Su
socio apellidado Belz tuvo que regresar a su patria Francia, dejando a Campero
a cargo del bufet.
El abogado Campero defendió con éxito a dos ancianas en un juicio contra
unos parientes que trataban de despojarlas de una herencia. Las ancianas eran
parientes cercanas de la esposa del expresidente general Justo José de Urquiza,
quien propuso a Campero que se hiciera cargo de sus asuntos judiciales. Campero
trabajó para el general Urquiza hasta septiembre de 1870, estuvo cuatro años en
Argentina.
A mediados de 1870, Campero recibió cartas de sus amigos políticos de
Potosí en las cuales se le invitaba a ser el líder de un movimiento
revolucionario, que preparaban para derrocar a Melgarejo. En enero de 1871,
Campero en Cotagaita organizó una fuerza armada con la que tomó la ciudad de
Potosí. En seguida, llegó la noticia de la derrota de Melgarejo el 15 de enero
en la ciudad de La Paz, por los revolucionarios encabezados por el coronel
Agustín Morales, quien se posesionó como presidente provisorio. Campero
reconoció al nuevo gobierno, que llamó a una convención a realizarse en la
ciudad de Sucre para redactar una constitución y elegir al presidente. Campero
fue elegido como convencional por Potosí.
La convención se reunió en Sucre a principios de mayo de 1871. Se
ascendió a generales de brigada a los coroneles Campero, Rendón y Arguedas. Se ratificó
como presidente provisorio al coronel Agustín Morales, hasta que se eligiera
mediante elecciones al presidente constitucional. Se procedió a la realización
de elecciones. En las elecciones salió elegido como presidente el coronel
Agustín Morales. Campero fue nombrado ministro de guerra y posteriormente fue
nombrado embajador y ministro plenipotenciario ante los gobiernos Francia, Gran
Bretaña e Italia.
Pocos días antes de ser nombrado embajador, Narciso Campero que ya tenía
57 años, pidió la mano de Lindaura Anzoátegui Campero que tenía 21 años, hija
de María Calixta Campero, hija del marqués de Tojo. Cuando Narciso Campero
estaba estudiando la secundaria en Sucre, estaba bajo la tutela del Sr. Julio
Boeto, donde también estaba viviendo María Calixta, de esa manera tuvo una
relación familiar con ella. El 21 de junio de 1871 el arzobispo de La Plata
Pedro Puch bendijo el matrimonio de Narciso y Lindaura. A mediados de julio,
los flamantes esposos partieron de Sucre para realizar el largo viaje para
llegar a Europa.
Después de casi un año, a principios de junio de 1872, llegaron a su
destino final, la ciudad de Paris. El 20 de junio de 1872, el general Narciso
Campero vestido con uniforme militar, acompañado de su esposa elegantemente
vestida, presentó sus credenciales en el Palacio Eliseo. Por encargo del
gobierno viajó a Londres a negociar un empréstito de 600.000 libras esterlinas.
Como embajador de Bolivia, se presentó con su esposa ante la reina Victoria. En
el viaje a Londres, Lindaura estaba embarazada, de regreso a Paris dio a luz a
su hijo Victor Salvador el 2 de noviembre de 1872.
El presidente Agustín Morales murió en una trifulca y fue elegido como
presidente Adolfo Ballivián, quien falleció a los nueve meses de haberse
posesionado. Le sucedió el doctor Tomás Frías. Con el nuevo gobierno el general
Campero comenzó a tener continuos retrasos en el envío de sus haberes. En vista
de ello Campero pidió su retiro. Finalmente el gobierno dejo de enviarle sus
haberes.
El 23 de febrero de 1874 nació el segundo hijo de los esposos Campero,
que fue bautizado con el nombre de Eduardo José. Finalmente en junio de este
año llegó la carta de retiro, pero sin los fondos necesarios para el viaje de
regreso de él y su familia. Para realizar el viaje, Campero tuvo que pedir un
préstamo de 15.000 francos a la firma Artola y Hermanos, con el compromiso de
pagar él los intereses y el capital, si el gobierno no reconocía la deuda. El
20 de junio de 1874 salieron de Paris el general Campero y su familia, tomaron
en El Havre un barco transatlántico que los llevó a Montevideo, pasaron a
Buenos Aires, en diligencia viajaron hasta Jujuy y montados a caballo llegaron
a Sucre.
En julio de 2075 Campero recibió el nombramiento de prefecto de Potosí. Como
prefecto de Potosí tuvo que enfrentar una conspiración. El 4 de mayo de 1876 el
general Hilarión Daza apresó en su despacho al presidente Tomás Frías y a todos
los miembros de su gabinete. Los conspiradores de Potosí y también de Sucre
reconocieron como presidente a Hilarión Daza. Campero tuvo que regresar a Sucre,
donde fue apresado por orden del prefecto Ipiña. Fue ingresado a un calabozo y
sujeto a una barra de grillos.
El 22 de junio de 1876 debía llegar a Sucre el general Daza. Varios
amigos del general Campero fueron a darle encuentro en la posta Mama Huasi y le
hicieron presente que si no ordenaba la libertad del general Campero, el pueblo
de Sucre le recibiría de una manera hostil. Daza fingió que ignoraba la prisión
del general Campero e inmediatamente envío la orden de libertad.
Durante el gobierno de Hilarión Daza, el general Campero no cumplió
ninguna función pública. Su situación económica era desastrosa, para salvarla
decidió ir a explotar la finca Orkas de su esposa. Campero en la finca se
dedicó a la ganadería, agricultura y a la horticultura. El 14 de abril de 1877
en Sopachuy, Lindaura dio a luz una niña a la que le pusieron el nombre de Rosa
Valeriana. El traslado a la finca fue providencial para la familia Campero, ya
que así pudieron librarse de la sequía, hambruna y peste que azotó al país en
los años 1877 y 1878.
A fines de 1878 Narciso Campero se trasladó a Tupiza para instaurar en
primera instancia una demanda contra Gregorio Pacheco, con el cual tenía un litigio
respecto a la mina Guadalupe. Al saberse en Tupiza de la invasión por parte de
Chile del departamento del Litoral, el pueblo de Tupiza emitió una acta de
protesta a la que Narciso Campero se adhirió. El presidente Hilarión Daza al
encontrar la firma del general Campero en el acta, le escribió una carta en la
que lo nombra Comandante General de la 3ª División, que debía organizarse en
Potosí. Narciso Campero respondió con otra carta, en la que pese a su
quebrantada salud acepta el nombramiento, posponiendo todo al servicio de la
patria. Campero ya tenía 64 años.
La tercera división se convirtió en quinta, por la gran cantidad de
voluntarios que se presentaron en toda la república. Con voluntarios,
principalmente de los departamentos de Potosí y Tarija, la quinta división se
formó con cuatro batallones: Bustillo, Ayacucho, Chorolque y Tarija, cada uno
con 500 hombres y el escuadrón Méndez de 140 jinetes. Para armarla se encargó a
la Argentina 3.000 rifles Remington, munición y calzado.
El presidente Daza y su ministro Jofré, sin preocuparse de la situación
en que se encontraba la Quinta División, mandaban órdenes que no obedecían a un
plan definido de acción y que no consideraban la situación real de la división.
La primera orden que recibió Campero de Daza fue que tan pronto le llegasen las
armas de la Argentina “tendría que incorporarse al ejército aliado en la línea
del río Loa, ya sea desalojando a los chilenos instalados en Calama o bien
tomando el trayecto más cómodo, seguro y recto hasta Tarapacá, Pica o Iquique”.
La siguiente orden vino instruyendo que la división esté preparada para marchar
hacia San Cristóbal de Lipez y esperar allí para marchar hacía Calama o hacia
Tarapacá.
Campero dejó Potosí y trasladó su cuartel general a Cotagaita. De aquí
informó al presidente Daza de la situación de la división. Le informó que los
inconvenientes para movilizar a la división eran: la falta de ropa y abrigo en
que se encontraban algunos batallones, la falta de víveres y forrajes, el
dinero de que disponía no alcanzaba para el pago a jefes, oficiales y soldados,
el escuadrón Méndez estaba a pie, sus caballos estaban en mal estado, para
movilizar la carga se requerían 100 mulas y solo se disponían de tres. El
armamento que había recibido era de 1.800 rifles Remington, de estos la mitad eran
inservibles y la pólvora entregada era de muy mala calidad.
Le respondieron el presidente Daza y el ministro Jofré que habían
recibido con desagrado su oficio, porque ya no podrían movilizar al ejército,
puesto que el ala izquierda que debía ocupar la quinta división estaría
desguarnecida, pese a que se le asignaron los fondos necesarios y se le proveyó
de armamento con grandes sacrificios. Se le ordenó que debe marchar hasta
Huatacondo.
A pesar de los informes que mandaba Campero sobre la situación de la
división, desde Tacna el presidente Daza y sus cercanos colaboradores Jofré y
Reyes Ortiz, seguían mandando órdenes en tono inamistoso, que ignoraban el
hecho de que la Quinta División no contaba con los recursos necesarios para
movilizarse. Las órdenes estaban dirigidas a hacer caer sobre Campero la
responsabilidad sobre “serias dificultades en el teatro de campaña ocasionadas
por su demora en la ejecución de las órdenes”.
Campero finalmente decidió abandonar Cotagaita y llevar la división a
San Cristóbal, “aunque con la seguridad de que iba a sacrificarla por la falta
de recursos, tal vez antes de que llegara a ocupar su puesto en la línea de
operaciones”. Lo hacía porque “se le ordenaba con conocimiento de causa”.
En Cotagaita la Quinta División tenía agua, alimentos, forraje y un
clima templado, con la orden de marchar al altiplano sin los recursos
necesarios de alimentos, ropa, animales de carga y forraje fue condenada a sufrir
un vía crucis por las gélidas pampas del altiplano. Durante toda la marcha se
produjeron enfermos y muertes de soldados por el frio, cansancio y falta de
alimentos y muerte de animales por falta de forraje. Los alimentos básicos como
pan, azúcar y arroz desaparecieron, la tropa solo disponía de un poco de maíz y
charqui. Los jefes y oficiales no podían atender sus necesidades con el escaso
viatico que recibían. En ciertos trayectos no se disponía de agua. En el día el
sol era abrazador y en la noche el frio era intenso. En algunos lugares encontraban
agua, cebada, corderos y ganado vacuno y también pequeñas poblaciones donde se
podía comprar alimentos, que significaban un alivio para la precaria situación.
En otros recibían víveres y forraje de la empresa Huanchaca y también de
Aniceto Arce que llegaba personalmente con ropa y víveres.
El 18 de octubre de 1879 llegó la noticia del hundimiento del Huáscar. El
13 de noviembre llegó el pedido del general peruano Buendía de que la división
marche sin tardanza hasta Tarapacá, en vista de que un poderoso ejército
chileno había desembarcado en Pisagua. Dada la situación lamentable en que se
encontraba la división, era un pedido imposible de cumplir; además del largo
trayecto que debería atravesar, incluyendo una parte por el desierto. Al poco
tiempo llegó la noticia de la desastrosa derrota de San Francisco. La potencia
de fuego del ejército chileno provocó el desbande del ejército aliado. Los
regimientos peruanos emprendieron la marcha al norte y los regimientos
bolivianos, con excepción del regimiento Loa, emprendieron la marcha a Bolivia.
Para mediados de diciembre, la división llegó a las orillas del lago
Poopó. El 23 de diciembre llegó una orden del general Daza para que la división
se dirija sobre Calama. El general Campero cumplió la orden poniendo en marcha
a la división en dirección a Calama por la vía de Tomave. Cuando la división
llegó a Tomave, recibió la contraorden de regresar e incorporarse al ejército
acantonado en Tacna. Campero respondió: “Las marchas y contramarchas que ha
tenido que realizar la división, ora en busca de subsistencias, ora en
cumplimiento de órdenes de ese Estado Mayor General, ha ocasionado la ruina de
la recua que conduce las municiones y de todos los medios de transporte… Tan
luego se abrigue la tropa y se recuperen las bestias que están sumamente flacas
y arruinadas, me apresuraré a marchar con la división de mi mando a ese Cuartel
General”.
Cuando Campero escribió esta respuesta, no sabía que los oficiales del
ejército boliviano habían destituido por unanimidad a Daza de sus funciones de
presidente y comandante. De acuerdo al plan elaborado para enfrentar al
ejército chileno, Daza tenía que ir a Iquique a reunirse con el general
Buendía. Yendo con el ejército a cumplir con el plan, en Camarones, Daza
manipuló una reunión que decidió que el ejército volviera a Tacna. La retirada de
Camarones fue la gota que colmó el vaso, pues Daza mantuvo al ejército en
completa inactividad durante trece meses dedicándose él “a mandonear y pasar su
vida en los placeres de paseos al campo y de diversiones nocturnas” según
atestigua el coronel Eliodoro Camacho.
La
Quinta División salió de Cotagaita el 11 de octubre de 1879 y llegó a Oruro el
19 de enero de 1880. Recorrió más de 1.000 Km en pésimas condiciones de abrigo
y alimentación. Su entrada a Oruro la hicieron parte de sus soldados con
uniformes confeccionados por ellos mismos, la mayoría en harapos. Muchos
oficiales llegaron a pie, porque se les habían muerto sus cabalgaduras. Las
municiones llegaron transportadas en llamas y a hombro de campesinos. La
división continuó su marcha hasta La Paz.
La
marcha de la Quinta División fue observada por el ejército chileno mediante
espías disfrazados de comerciantes. Sabían plenamente que no constituía una
unidad de combate, que significará una amenaza. Más bien sus comandos deseaban
que Campero cometiese la imprudencia de atacar Calama, que era “una plaza bien
atrincherada, bien guarnecida por tropas veteranas”. Hubo dos enfrentamientos
con el ejército chileno, la del coronel Rufino Carrasco que con un escuadrón de
70 militares incursionó en territorio ocupado por los chilenos y derrotó a un
destacamento chileno en Tambillo. El otro fue el del coronel Lino Morales que
sorprendió a un destacamento chileno en Canchas Blancas, que fue atacado y
dispersado.
Antes
de la llegada de Campero a Oruro, se produjeron dos comicios que proclamaron
Jefe Supremo de la Nación al general Narciso Campero y Comandante en Jefe del
Ejército al coronel Eliodoro Camacho. En Cochabamba, los políticos más
importantes encabezados por Mariano Baptista apoyaron el pronunciamiento de
Oruro. A estos pronunciamientos siguieron manifestaciones populares en Sucre,
Potosí, Tarija y varias provincias, proclamando como presidente a Narciso
Campero. Un comicio popular en La Paz declaró que estaba de acuerdo con lo
resuelto por los demás departamentos. En Oruro Campero emitió la siguiente
declaración: “Acepto la comisión provisoria que me confiere la patria y asumo
la Presidencia de Bolivia mientras se reúna la Convención Nacional”. El
presidente Campero fue aceptado en toda Bolivia con beneplácito y esperanza.
El 4
de abril de 1880 partió de La Paz la Quinta División para unirse al ejército de
Tacna, esta vez estaba compuesta por los batallones Tarija, Chorolque y Grau y
el escuadrón Méndez de francotiradores montados. Ya no estaban los batallones
Bustillo y Ayacucho, los reemplazaba el batallón Grau, compuesto en su mayoría
por cochabambinos.
Las
diferencias de opinión entre los comandantes boliviano, coronel Eliodoro
Camacho y peruano, contralmirante Lizardo Montero, impulso a que el ministro
peruano acreditado en La Paz pidiera al presidente Campero a que marchase a
Tacna a ponerse al mando del ejército aliado. Campero encargó la administración
del gobierno al Dr. Ladislao Cabrera y partió hacia Tacna. En Tacna, el
comandante Montero entregó el mando del ejército aliado a Campero, que lo había
asumido con carácter provisional desde la salida del presidente peruano general
Prado. El presidente del Perú Nicolás de Piérola recibió con beneplácito la
noticia.
Campero
descartó en forma práctica el plan de Camacho de trasladar el ejército al valle
contiguo del río Sama, haciendo el ejercicio de llevar al ejército a este
valle, lo que resultó infactible por la falta de recursos para movilizar al
ejército. Se regresó a la ciudad de Tacna y se eligió a la meseta de Intiorco
para esperar y enfrentar al ejército chileno, se bautizó al lugar con el nombre
de “Alto de la Alianza”. A los pocos días llegó la noticia de que el ejército
chileno había ocupado el valle de Sama. Se ubicó a las divisiones en sus sitios
de combate, alternando a las peruanas con las bolivianas. Se hicieron
ejercicios de defensa y ataque.
El
general Manuel Baquedano, comandante del ejército chileno, fijó el 26 de mayo
para el ataque al ejército aliado. El 25 de mayo a las 6 de la tarde el
ejército se trasladó a Quebrada Honda a 11 kilómetros de donde se encontraba el
ejército Perú boliviano. Este día el general Campero sorprendió a sus
subalternos comunicándoles que su condición de Presidente de Bolivia y por
tanto de Supremo Director de la Guerra había terminado, en vista de que la
Convención Nacional debía estar iniciando sus sesiones en La Paz. Él se ponía a
órdenes del coronel Eliodoro Camacho y nombraba al contraalmirante Lizardo
Montero jefe superior de las fuerzas aliadas. Montero, Camacho y los demás
jefes no aceptaron la resolución de Campero, más bien lo nombraron General en
Jefe del Ejército Aliado.
Un
escuadrón de caballería peruano que estaba en misión de vigilancia sorprendió a
una recua de 60 mulas llevando odres de agua. Fueron capturados dos de los
cinco arrieros, los que informaron que el ejército chileno se estaba reuniendo
en Quebrada Honda. Reunidos Campero y los jefes peruanos y bolivianos
decidieron marchar a Quebrada Honda y sorprender al ejército chileno. El
ejército aliado partió a las 12 de la noche dividido en tres columnas al mando
de Campero, Camacho y Montero. En el camino, la marcha se vio dificultada por
la camanchaca o niebla del desierto, las tres columnas perdieron la dirección
que las llevaría al campamento enemigo y se produjo una gran confusión. Campero
ordenó que se regresara a donde habían partido.
Las
unidades llegaron al campo donde esperarían al ejército chileno entre las 6 y
las 8 de la mañana. Cuando se disponían tomar desayuno, se produjo el toque de
generala avisando que el ejército chileno se encontraba a la vista. Todos los
batallones ocuparon el lugar que tenían señalado para enfrentar al enemigo.
El
ejército aliado estaba distribuido en tres alas, el ala derecha comandada por
el contralmirante Lizardo Montero, la del centro por el coronel Miguel Castro
Pinto y la de la izquierda por el coronel Eliodoro Camacho. Estaba compuesto
por 12.000 combatientes, 6.500 peruanos y 5.500 bolivianos. Como artillería
tenía 17 cañones y seis ametralladoras. Su caballería no pasaba de 300 jinetes.
El ejército chileno contaba con 19.600 combatientes, gran cantidad de baterías
de montaña y campaña operadas por 1.950 hombres y una caballería de 2.300
jinetes.
El
ejército boliviano estaba compuesto en su mayor parte por voluntarios sin
ninguna preparación militar, los más antiguos habían estado en Tacna vegetando
durante trece meses sin realizar ejercicios militares y los nuevos de la Quinta
División habían llegado desgastados por la penosa marcha de cinco meses por el
gélido altiplano. Algunos soldados, como los del batallón Loa, tenían
experiencia de combate en Pisagua, San Francisco y Tarapacá. Otros tenían la
experiencia de combates en los golpes de estado.
La
batalla se inició con el duelo entre las artillerías, que no tuvo mayores
efectos. Las unidades de la primera división del ejército chileno, con sus
3.200 combatientes, se lanzó en ataque contra el ala izquierda comandada por el
coronel Camacho. Sus combatientes resistieron con mucho valor el ataque. El
batallón Sucre compuesto por jóvenes adolescentes de la ciudad de Sucre, penetraron
profundamente en el campo enemigo, pero a un costo muy alto que significó su
aniquilación en un 81 %. Cuando la resistencia se hizo precaria, el coronel
Camacho pidió al general Campero refuerzos, quien le mandó a los batallones
Aroma y Colorados. Los dos batallones lograron recuperar el terreno perdido. Su
avance fue detenido por el ataque de un batallón de la caballería chilena que
logró dispersar, pero ya no pudo contra la tercera división chilena y tuvo que
replegarse.
En
las alas del centro y de la derecha los aliados combatieron también con mucho
valor, resistiendo el ataque chileno de la segunda y cuarta división
respectivamente. A las cuatro horas de combate, los aliados llegaron al límite
de sus fuerzas. En cambio el ejército chileno contaba con la tercera división
que recién comenzaba a entrar en combate, con su caballería casi intacta y con
una reserva de 4.300 hombres. Superados numéricamente por el ejército chileno,
sin contar con mayores refuerzos, los combatientes que quedaban agotados y sin
municiones, tuvieron que replegarse iniciando el desmoronamiento del frente
aliado. El general Campero se reunió con el contralmirante Montero, jefes que habían
sobrevivido al combate y el prefecto de Tacna, decidieron que el ejército
aliado sobreviviente se retirase del campo de batalla. Los bolivianos iniciaron
el camino de regreso a su patria.
En el
camino de regreso, en Yarapalca, el general Campero escribió el 27 de mayo de
1880 al Presidente de la Convención Nacional: “Señor: el día de ayer, en una
meseta situada a dos leguas de Tacna, después de un reñido y sangriento combate
de 4 horas, fue deshecho el ejército aliado de mi mando. Hubo momentos en los
que la victoria parecía balancearse, más la gran superioridad del enemigo, en
número, calidad de armamentos y demás elementos bélicos, hizo inútiles todas
mis disposiciones y los esfuerzos de los bravos defensores de la Alianza”.
Campero
regresaba a Bolivia derrotado y agotado, le escribió a su esposa “me hallo
ileso, lo que me preocupa es que cuenta voy a dar a la nación del ejército que
me confió”. Grande fue su sorpresa, cuando en Charaña el 31 de mayo de 1880
recibió un correo de la ciudad de La Paz, que le comunicaba que la Convención
Nacional reunida el día anterior, lo había elegido como Presidente
Constitucional de la República. Le pedía que siguiese dirigiendo el destino de
la nación en el momento más aciago de su historia. Campero aceptó la
designación diciendo: “mi vida, mi voluntad, mi brazo, pertenecen a la patria.
Quiero morir por ella y acepto el nuevo deber que me impone”.
Narciso
Campero ejerció la Presidencia de la República hasta septiembre de 1884, la
pasó a su primo hermano Gregorio Pacheco, a quien sacó de la indigencia cuando
era muy joven, lo llevó a Europa, lo hizo estudiar y lo devolvió a Bolivia con
recursos para iniciar su carrera de empresario. Pacheco fue el candidato que
salió tercero en las elecciones de 1884, Eliodoro Camacho fue primero y segundo
Aniceto Arce, pero fue elegido por el Congreso, gracias a un acuerdo que logró
con Arce. Campero se retiró a la vida privada a vivir con su amada y abnegada
esposa Lindaura Anzoátegui Campero y sus cuatro hijos, aunque permaneció activo
en la política, merced a su gran prestigio. Falleció el 11 de diciembre de 1896
a la edad de 83 años.