miércoles, 29 de abril de 2020

NO NECESITAMOS CAUDILLOS, NECESITAMOS GOBIERNOS


Cuando Carlos Mesa era presidente, según las encuestas tenía una aprobación del 80 % y no gobernaba el país, el gobierno estaba en las calles. En el Perú, su presidente Alejandro Toledo tenía una aprobación del 13 % y gobernaba su país. A pesar de tan excelente aprobación, Carlos Mesa tuvo que renunciar a la presidencia por la presión de los movimientos políticos.

            Antes que las organizaciones políticas definieran sus candidatos, se vienen realizando encuestas sobre intenciones de votos entre los políticos que se destacan en la arena política, suponiendo que estos serían eventuales candidatos a la presidencia. Hasta ahora el presidente Evo Morales ha encabezado las encuestas, le ha seguido el expresidente Carlos Mesa y luego otros políticos como Samuel Doria Medina, Rubén Costas, Luis Revilla, Víctor Hugo Cárdenas, Félix Patzi, Jaime Paz Zamora, todos ellos tienen bajas votaciones.

            Pese al desgaste que tiene el gobierno del presidente Evo Morales, sigue siendo el político con el mayor apoyo de los bolivianos, aunque este apoyo haya disminuido significativamente. Tiene una intención de voto mucho mayor que Luis Revilla, a pesar de que la gestión de Revilla en el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, se la puede calificar muchos puntos más que la gestión del presidente, este factor no lo consideran los que participan en las encuestas.

            Hay que recordar el ascenso que tuvo el presidente desde dirigente cocalero hasta ocupar la presidencia más larga de la historia de Bolivia, que se debió a las acciones políticas en las carreteras y en las ciudades de La Paz y El Alto y a sus cualidades de caudillo. No hubo ninguna consideración de su capacidad para conducir el país. “No soy economista, no soy experto en planificación, yo soy experto para marchar y bloquear caminos”, así describió su perfil en un foro internacional de desarrollo. Gran parte de los bolivianos encontraban en él al poderoso caudillo que debía ocupar la presidencia, solamente por su fuerza de caudillo.

            Los gobiernos son eficientes, aparte de la figura del presidente, por el equipo que le acompaña y por las instituciones que dispone para realizar la gestión de gobierno. En cualquier país, los gobiernos deben cambiar pero las instituciones no. En este aspecto, Bolivia habrá llegado a su bicentenario sin haber creado instituciones. La tendencia ha sido siempre la de buscar caudillos, en los cuales se ha depositado las esperanzas de progreso para el país.

            La cultura del caudillaje está muy enraizada en la vida política del país. Cuando se tiene que elegir gobiernos, los electores en una gran parte piensan solamente en el candidato a la presidencia y la selección la hacen en base a criterios subjetivos y afectivos. No toman en cuenta la capacidad intelectual del candidato, ni su carrera política o los hechos de su vida que den testimonio de que podrá dirigir con solvencia y honestidad los destinos del país, ni el equipo que pueda formar para realizar su gestión. Incluso hay en sus decisiones elementos de anti-intelectualismo, anti-empresarismo y anti-elitismo. Se busca lo nuevo frente a lo conocido.

            Frente a este panorama político se presentan tres escenarios:

1.    Que el Presidente Evo Morales sea reelegido por cuarta vez, por el voto de apoyo que todavía conserva y/o por trampas hechas en el proceso eleccionario. Ya no sería un gobierno como fue en las anteriores gestiones, además de ser ilegal e ilegítimo, tendría una fuerte impopularidad, no contaría con los enormes recursos que tuvo por las altas cotizaciones y no tendría el dominio (si es que también no hay trampas) sobre la Asamblea. Habría un poco de justicia en el hecho de que tendría que enfrentar la crisis a que habría dado origen. Sería el camino directo al desastre.
2.    Que una formula de la oposición acceda al Gobierno, como resultado de haber derrotado a Morales en las elecciones. Pero es un gobierno tipo UDP que gobierna para las encuestas, mas enfocado en los asuntos políticos que en buscar soluciones para la grave crisis que vive el país en lo que se refiere a la justicia y el estado de derecho, a la institucionalidad y a la economía. El camino al desastre sería más largo.
3.    Que acceda al Gobierno una formula, cuyo candidato a la presidencia es un boliviano (o una boliviana) capaz, responsable, comprometido, y decidido a enfrentar la tarea inevitable de reconstruir el país. Para ello tendrá que formar un equipo de gobierno altamente calificado y reconstituir las instituciones nacionales. Tendrá que enfrentar a un ambiente que tiene poca simpatía por estos líderes, además que su gobierno tendrá que tomar duras medidas económicas.

Lo que necesita Bolivia es el gobierno del tercer escenario.


Publicado por El Diario y correo electrónico en noviembre de 2018

lunes, 13 de abril de 2020

EL CUARTO MANDATO DEL PRESIDENTE EVO MORALES


El Presidente Evo Morales es candidato en las próximas elecciones para ejercer su cuarto mandato como presidente de Bolivia, ejerciendo el derecho humano que tiene de ser candidato para ser reelegido indefinidamente. Según las encuestas independientes, la intención de voto para su candidatura está entre el 30 y 33 %, con 6 % por encima de Carlos Mesa el siguiente candidato en la preferencia electoral. Según estas encuestas, perdería en la segunda vuelta de las elecciones. En los últimos tiempos, tres sucesos se han presentado que podrían hacer bajar su preferencia electoral, el gran incendio en la Chiquitanía, del cual se culpa a su Gobierno haber sido el causante y no haber sido capaz de controlarlo, de las revelaciones que se han producido en Brasil de estar involucrado el presidente en operaciones ilegales con la empresa OAS y el cabildo que se ha producido en la Ciudad de Santa Cruz, con la asistencia de más de un millón de personas, que se ha mostrado completamente contrario a su candidatura.

            Con estos sucesos, si se tratara de un viejo político boliviano, éste ya hubiera renunciado a su candidatura. Incluso, con el referendo del 21 de febrero de 2016, debería haber aceptado la voluntad popular y retirarse de la contienda electoral, para volver cuando los tiempos sean más propicios. Eso es lo que hizo el expresidente Hugo Banzer, después de haber tenido una bonanza, ejercido autoritariamente el gobierno, haber despilfarrado los recursos públicos, creado elefantes blancos, haber endeudado al país y preparado el terreno para la crisis económica que se produjo años después, volvió a la política, ganó dos elecciones y fue presidente constitucional, derrocado únicamente por el cáncer.

No sé cómo podría suceder un cuarto mandato del Presidente Evo Morales, pero usando mi imaginación propongo un ejercicio de cómo sería su cuarto mandato. Comenzando con el aspecto político, creo que enfrentará una grave crisis de gobernabilidad. Es muy probable que ya no tenga los dos tercios de representantes en las Asambleas de Senadores y Diputados y con ello ya no podrá imponer sus políticas, como lo ha venido haciendo en sus últimos dos periodos. Tendrá que gobernar con un parlamento fiscalizador y contrario a sus intereses. Tendrá en contra por lo menos a tres departamentos: Santa Cruz, Potosí y Tarija y a todas las ciudades capitales del país. No podrá presentarse en actos públicos, aparte de los que organiza su Gobierno especialmente para él.

En el aspecto económico se mantendrá el déficit fiscal por los cinco años del mandato. Los ingresos seguirán bajando como consecuencia de la caída de la producción y venta del gas. El subsidio del diésel y la gasolina seguirá erosionando el erario fiscal. Los elefantes blancos y las empresas públicas no producirán nuevos ingresos, más bien necesitarán de recursos públicos para funcionar. El presidente seguirá con los enormes gastos que significan sus viajes en su avión y helicóptero personales. Se mantendrán los excesivos gastos de la administración central, que ha sido sobredimensionada en la gestión de gobierno del presidente.

Según declaró el Gobierno Municipal de La Paz, el servicio de buses pumakatari está subvencionado, los ingresos que tiene por venta de pasajes apenas cubre el 40 % de sus gastos de operación. No se sabe cuanta subvención recibe Mi Teleférico para funcionar, ésta presumo que es cuantiosa, por lo bajo del pasaje y la poca demanda de pasajeros que cubre. Unas cuatro o cinco líneas tienen afluencia de pasajeros en ciertas horas, pero las demás se las ve circular con cabinas vacías o muy pocos pasajeros.

Otra fuente del déficit fiscal es la Empresa Minera Huanuni que opera con 3.000 trabajadores, cuando podría hacerlo con 800. Los salarios que reciben estos trabajadores son de más de 1.000 $US. Cuantas otras empresas públicas estarán en similar situación, aunque no de la misma magnitud. Tenemos que preguntarnos si la Planta de Urea de Bulo Bulo o el Ingenio Azucarero de San Buenaventura cubren siquiera sus costos de producción y transporte.

El Gobierno ha emprendido un ambicioso plan de inversiones en carreteras, financiado durante varios años con recursos internos. Ahora que ya no dispone de estos recursos, tiene que recurrir al endeudamiento, para continuar con los proyectos que se encuentran en progreso.

El Presidente Evo Morales sigue con su afán de crear elefantes blancos. Este es el caso de la construcción de la planta de polipropileno que ha emprendido y que costará más de 2.000 millones de $US. No se ha dado cuenta que se ha terminado la bonanza y también que se está terminando el gas.

Otros temas de la problemática económica son el déficit comercial y la disminución de las reservas en moneda extranjera, que no se tocan en este artículo. Dentro del tema del déficit fiscal, podemos decir que a nivel personal, de empresa o de país, si gastas más de lo que ganas y además te prestas o recurres a tus reservas para cubrir tus gastos, esto te conduce a la ruina. Un cuarto mandato del Presidente Evo Morales, conducirá inevitablemente a la ruina de Bolivia.


Publicado por El Diario y correo electrónico en septiembre de 2019.

OCTUBRE NEGRO


En octubre de 2003, no fue la primera vez que se hace caer a un gobierno desde las calles, por movimientos interesados en tomar el poder. Es un proceso recurrente en la historia de Bolivia. Quizá el más dramático fue el derrocamiento del Gobierno del Presidente Gualberto Villarroel, cuando fue asesinado en el movimiento subversivo. Por eso es que el Presidente Evo Morales califica a movimientos populares que se producen en su contra, como intentos de desestabilizar a su Gobierno.

            El derrocamiento del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada comenzó con la sublevación de una unidad de la Policía, cuyo cuartel se encuentra a una cuadra del Palacio de Gobierno, lo que ocasionó un enfrentamiento con un destacamento del Ejército. Después hubo una emboscada en Warisata a una caravana de turistas resguardada por la Policía y finalmente una revuelta localizada en la ciudad de El Alto. El motivo era evitar que se lleve el gas hasta un puerto chileno para ser licuado y luego transportado al mercado de Estados Unidos.

            En los hechos la ciudad de La Paz se encontraba sitiada, con los revoltosos tratando de evitar que llegaran los bienes y servicios que necesitaba para que sus habitantes desarrollen sus actividades diarias. Dentro de la ciudad había grupos de choque que amedrentaban a los ciudadanos, en especial a los que usaban terno y corbata. El enfrentamiento con las fuerzas del orden produjo muertos. La mayor cantidad de ellos se produjo en el ataque a un convoy de camiones cisterna, protegido por fuerzas militares, que el Gobierno quería hacer llegar a La Paz para abastecer a las estaciones de combustible. El líder aparente de la revuelta fue Felipe Mallku Quispe, quien declaró que no se sentía boliviano. El resto del país se encontraba a la expectativa de lo que sucedía en La Paz/El Alto, sin tomar ninguna acción ni a favor ni en contra.

            El Presidente Carlos Mesa que reemplazó al presidente derrocado, fue también obligado a renunciar por los mismos movimientos políticos que propiciaron su ascenso a la presidencia. Tampoco pudieron acceder a la presidencia el Presidente del Senado Ormando Vaca Diez y el presidente de Diputados Mario Cossío, como señalaba la línea de sucesión, de acuerdo a lo que estipulaba la Constitución, no obstante que para salvar el régimen de los partidos tradicionales, el Congreso creó el Impuesto Directo a los Hidrocarburos, que aumentaba significativamente la participación del Estado en la renta de los hidrocarburos. Asumió como presidente Eduardo Rodríguez Veltze, presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien llamó a elecciones, en las cuales ganó el actual presidente Evo Morales Ayma, por más del 50 % de los votos. Otras dos elecciones y un plebiscito (con más del 60 % de los votos) le dieron el poder ejecutivo por un periodo de catorce años (están pasando 11 años) y la cooptación de los poderes Legislativo, Judicial, Electoral y la Contraloría. El Gobierno hizo una nueva constitución y fundó el Estado Plurinacional de Bolivia.

            Todo esto significó un “proceso de cambio”, pasamos de una república imperfecta a un estado fallido. Se perdió la democracia (aunque imperfecta) que tenía Bolivia desde 1983. Con los poderes Legislativo y Judicial subordinados al Poder Ejecutivo se estableció una dictadura democrática. El Gobierno usa el Poder Judicial para perseguir a sus opositores y proteger a sus autoridades de las acciones ilegales que realizan.

            Con el Poder Judicial maleado se perdió el Estado de Derecho. Los actos de corrupción en que incurrieron las autoridades del Gobierno no tuvieron en ningún caso la aplicación estricta de la ley, condenando a los que la infringieron. Los casos Rosza de separatismo y Leopoldo Fernández de masacre a campesinos ya llevan siete y ocho años en que no ha habido una sentencia, con pruebas que demuestren la culpabilidad de los acusados. Ha habido numerosos casos de fiscales que fueron suspendidos y en algunos encarcelados por incurrir en actos dolosos. Lo mismo ha sucedido con miembros de la policía. Los avallasamientos a propiedades mineras, agrícolas e inmobiliarias son también una muestra del quebrantamiento del Estado de Derecho. La institucionalización de los bloqueos a las carreteras y vías públicas como medios de conseguir atención a exigencias particulares, es reemplazar el estado de derecho por las acciones de hecho, vulnerando el derecho de otras personas.

            A partir de 2006, año en que comenzó su gestión el Gobierno del MAS, se produjo una bonanza económica, producto de los elevados precios de los hidrocarburos y minerales en el mercado internacional, algo que nunca antes se había visto en la historia de Bolivia. El Gobierno, para su fortuna, disponía ya de grandes reservas de gas y minas importantes como San Cristóbal.

            La bonanza le permitió al Gobierno entrar en un tren de despilfarro de los recursos que se generaron, en el gasto corriente, en gastos superfluos, en elefantes blancos y corrupción. Pese a que el Presidente se rebajó su sueldo y lo estableció como límite para el sueldo de los funcionarios públicos, se multiplicó el gasto en la administración pública, principalmente por el aumento en los funcionarios públicos. De acuerdo a un cálculo que le han hecho al costo de los viajes que ha realizado el Presidente en diez años de su gobierno en el avión presidencial, éste ha significado una erogación para el país de 100 millones de $US. Los aviones que disponen el Presidente y Vicepresidente son un gasto innecesario, que la mayor parte de los gobiernos no lo hacen, como el Gobierno de Austria cuyo presidente llegó a Bolivia en un vuelo comercial.

            El Presidente ha sembrado de canchas de futbol, coliseos y estadios el territorio nacional. Se está construyendo cuatro edificios públicos en la Sede de Gobierno: sedes del Ejecutivo y Legislativo, del Ministerio de Economía y de YPFB y de la Procuraduría en El Alto. No existe una razón valedera para justificar la construcción de un museo en Orinoca, más que la de ensalzar la figura del presidente. Se han construido aeropuertos en Uyuni, Oruro y Chimoré que no tienen demanda aérea para justificar su construcción. En Sucre se ha construido un segundo aeropuerto para reemplazar un aeropuerto que ha funcionado por muchos años sin mayores inconvenientes. Para llegar al nuevo aeropuerto se tarda una hora.

            Obviando la Ley SAFCO, las normas del Sistema de Administración de Bienes y Servicios, del Sistema Nacional de Inversión Pública y de lo que enseña la ingeniería y economía, se han construido carreteras sin justificación técnica y económica y se han edificado elefantes blancos. Cuando se produjo la caída de los precios del gas, el Ministro de Economía declaró que ello no sería mucho problema para la economía boliviana, puesto que ésta a partir de 2016 empezaría a recibir los recursos de los proyectos de industrialización, de las empresas estatales y de las carreteras.

            Los recursos que tenían que haber generado los proyectos de inversión pública no han llegado a concretarse y el Ministro Arce y el Gobierno no han hecho mayores comentarios. Más bien el Presidente está hablando de otros proyectos fantasiosos como El Bala y el tren bioceánico. La lista elefantes blancos incluye al satélite Tupac Catari, teleférico, ingenio azucarero de San Buenaventura, planta Gran Chaco y la de urea y amoniaco de Bulo Bulo. En el Fondo Indígena el país ha perdido 200 millones de $US en simple y clara corrupción.

            En lo que se refiere a minería el Gobierno ha gastado 182 millones de $US en el desarrollo del litio del Salar de Uyuni sin conseguir un resultado concreto. La mina Huanuni, que trabaja con 3.500 mineros, ha tenido un déficit de 15 millones de $US en 2015. En esta mina se ha construido un ingenio por 32 millones de $US que nunca podrá ser operado porque no tiene suficiente suministro de agua. En la fundición de Vinto se ha instalado un horno, que según los expertos está sobredimensionado.

            La Administradora Boliviana de Carreteras está ejecutando un programa de construcción de carreteras por 4.747 millones de $US, que comprende la construcción de carreteras de dos carriles por 3.483 millones de $US, de carreteras de cuatro carriles (dobles vías) por 1.103 millones de $US y de puentes por 161 millones de $US. La decisión para ejecutar estos proyectos se ha hecho sin ninguna planificación y sin realizar estudios de factibilidad. Tampoco se ha contratado a las empresas constructoras en licitaciones públicas y los contratos se han hecho bajo la modalidad de contratos llave en mano. La magnitud de la inversión comprometida siembra dudas sobre si se podrá concluir con la construcción de todas las carreteras y si se ha hecho una buena utilización de los recursos, considerando la forma en que fueron elegidos y ejecutados.

            Los precios del gas no son bajos y si se los hubiera administrado bien, todavía el gas seguiría siendo un sostén de la economía. El problema radica en que se están terminando sus reservas. Octubre negro ha hecho perder al país el negocio de venta del gas natural licuado (GNL) a Estados Unidos. Ahora este país es exportador de GNL y lo paradójico será que algún día tengamos que comprarle este producto en un puerto chileno. El YPFB plurinacional no ha sido capaz de reponer las reservas del gas.

            Si el país puede superar el prorroguismo del Gobierno, podrá quizá recuperar en parte el sistema democrático, pero recomponer el sistema judicial y recuperar las instituciones (que estaban comenzando a formarse) será una tarea muy difícil de realizar. La crisis económica, que ya ha comenzado a manifestarse, llegará en algún momento a declararse con toda su intensidad y encontrará a Bolivia en su bicentenario como un país atrasado y con futuro incierto.


Publicado por El Diario y correo electrónico en noviembre de 2016.

miércoles, 1 de abril de 2020

INVERSIÓN PÚBLICA IMPRODUCTIVA


En este artículo haremos primero un análisis de la inversión pública que se realiza en Bolivia en los últimos 30 años y luego haremos un análisis de la inversión pública que ha realizado el Gobierno del Presidente Evo Morales en los últimos diez años, que solamente ha servido para crear elefantes blancos.

Análisis de la inversión pública

Cuando se produjo la caída de los precios del petróleo, lo cual traería consigo la baja en los precios del gas, el Ministro de Economía Luis Arce Catacora declaró a la revista Nueva Economía, que esto no sería mucho problema para la economía boliviana puesto que esta “a partir de 2016 empezará a recibir los recursos de la industrialización y de las empresas estatales en actual proceso de consolidación. Vamos a empezar a recibir los réditos de haber invertido en su momento. Las carreteras van a estar concluidas, los proyectos de industrialización del litio, el Mutún, las plantas de cemento, las hidrometalúrgicas, las carreteras. Eso significa mayor crecimiento económico”.

            Llegado 2016 vemos que el proyecto del Mutún ha fracasado, que no se ha producido la industrialización del litio y no hay plantas de cemento estatales. Las hidrometalúrgicas quizá se refieran al ingenio que se ha construido en la mina Huanuni. Los recursos de la industrialización tendrían que ser los que se van a recibir de las plantas en el Gran Chaco y de urea y amoniaco en Bulo Bulo. Evidentemente hay una inversión muy grande en carreteras, especialmente en las dobles vías. Existen otros proyectos de inversión pública que el ministro Arce no ha mencionado. Toda la inversión pública (junto con la inversión privada) tendría que crear un aparato productivo que genere recursos que sustituyan a los recursos que el país recibe de las materias primas, en especial del gas y de los minerales.

            El impacto que pueda tener la inversión depende esencialmente de la calidad y no de la cantidad. Los proyectos de inversión tienen que tener la mayor rentabilidad posible, de lo contrario no conviene realizarlos, si es que van a ocasionar la perdida de los recursos invertidos en ellos y por otra parte la perdida de oportunidad de invertir en otros proyectos que si tienen rentabilidad.

            La inversión pública comenzó a realizarse de manera regular por el Estado durante el primer gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro, que fue también el comienzo de la era estatista. El Estado, como promotor del desarrollo, invirtió en las empresas de la Corporación Boliviana de Fomento, en escuelas, centros de salud (Hospital Obrero), en el desarrollo de los hidrocarburos y en la construcción de la red de carreteras.

            Durante la era estatista, que se prolongó con los gobiernos militares hasta el gobierno de la UDP, se produjeron varios elefantes blancos, siendo el más emblemático la fundición de Carachipampa, que se construyó hace 30 años y nunca produjo un kilo de plomo o plata. También se construyó un ferrocarril que nunca operó, como es el ferrocarril que tenía que llegar desde Santa Cruz hasta Trinidad y que se quedó en el río Grande. También tenemos el aeropuerto de Potosí (frente a Carachipampa) que se usa muy marginalmente. Hubo también fábricas que no funcionaron o que funcionaban por debajo de su capacidad, como una fábrica de vidrios en El Alto o una de aceites en Villamontes, que no tenía materia prima, porque no había cultivos de oleaginosas.

            La nueva política económica iniciada con el decreto 21060 dispuso sacar de los presupuestos de inversión pública a los proyectos productivos, de hidrocarburos y ferrocarriles, dejando que estos los realice el sector privado. Esto se hizo efectivo con la capitalización de las empresas públicas y la privatización de las empresas de las corporaciones departamentales de desarrollo, que antes eran de la CBF. La inversión pública se debía destinar a la provisión por parte del estado de infraestructura (carreteras, obras de riego y electrificación rural) y a los proyectos sociales (provisión de agua potable, saneamiento básico, educación y salud). Durante el cuarto gobierno de Víctor Paz Estenssoro se instituyo la práctica de elaborar anualmente presupuestos de inversión pública (junto con los de gasto corriente) para que sean aprobados por el Congreso.

            Durante el periodo anterior al Gobierno del Presidente Evo Morales, la capacidad de inversión pública del país era de 450 millones de $US anuales, financiados en un 80 % por crédito externo y donaciones y en un 20 % por el Tesoro General de la Nación – TGN. En contraposición, hubo la inversión privada de las empresas capitalizadas (hidrocarburos, telecomunicaciones, energía eléctrica y ferrocarriles), empresas mineras internacionales y de las empresas privadas bolivianas e internacionales en todos los rubros, que produjo la gran bonanza que disfrutó el Gobierno del MAS, por efecto de la subida de los precios internacionales, sobretodo del petróleo y los minerales.

            Para administrar la inversión pública se creó el Sistema Nacional de Inversión Pública – SNIP, cuyo propósito es someter a los proyectos de inversión pública a un proceso de evaluación que justifique la incorporación del proyecto en el presupuesto de inversión pública, según especifica una de sus normas que dice “debe contar con los estudios y evaluaciones que recomienden la asignación de recursos al proyecto, de acuerdo a los criterios de rentabilidad socioeconómica establecidos por el Órgano Rector”. Si el proyecto es aprobado se elabora el diseño final, que determina el precio referencial, con el cual se realiza la licitación de la construcción del proyecto, siguiendo las normas del Sistema de Administración de Bienes y Servicios – SABS. Las licitaciones deben estar abiertas a las empresas nacionales si el financiamiento proviene del TGN y a las empresas internacionales, si el financiamiento proviene de instituciones internacionales (a las empresas de los países miembros de estas instituciones). Se adjudica a “la oferta que cumple con los aspectos técnicos, administrativos y legales, que una vez evaluados, presenta el menor costo”. Todo este proceso se realiza de manera pública y cualquier persona puede tener conocimiento de los detalles y resultados del mismo.

            En el periodo del Gobierno del Presidente Evo Morales, los presupuestos anuales de inversión pública dispusieron de recursos cuantiosos que nunca antes había dispuesto el país. Los presupuestos programados crecieron de 629 millones de $US en 2005 a 6.179 millones de $US en 2015. El periodo de mayor crecimiento se produjo entre 2011 y 2015. Los presupuestos incluyen a los sectores de: transportes, energía, hidrocarburos, agropecuario, educación, salud y otros sectores. Según el Gobierno el financiamiento proviene en 88 % de recursos internos y 12 % de recursos externos. El Banco Central concede créditos blandos a las empresas públicas y estratégicas y al TGN para la realización de proyectos. Varios proyectos se financian con recursos que proveen los bonos soberanos. Las principales fuentes de financiamiento externo son los bancos de fomento de Brasil y China. Con China se contraerá un crédito de 7.000 millones de $US, indicando una tendencia a financiar la inversión pública con recursos externos.

            Para la gestión y ejecución de proyectos de inversión pública el Gobierno creó su propio sistema. Las decisiones sobre qué proyectos deben ejecutarse las toma el Presidente y la construcción se lleva a cabo bajo la modalidad de contrato de “llave en mano” mediante el cual el contratista realiza el diseño, ejecución de la obra y puesta en marcha del proyecto. Se ha obviado a las normas de los sistemas de inversión pública y de administración de bienes y servicios. Los proyectos que se realizan son los que le parece al presidente y no los que le conviene al país, que debían salir de un proceso de selección según criterios económicos, financieros y de ingeniería. El contratista puede hacer y cobrar lo que quiere. Se han eliminado las auditorías y por tanto la transparencia en la ejecución de los proyectos de inversión pública. No se puede aplicar la norma fundamental de la Ley SAFCO de que “todo servidor público, sin distinción de jerarquía, asuma plena responsabilidad por sus actos, midiendo cuenta documentada y transparente, no solo de los recursos que le fueron confiados, sino también de la forma y resultado de su aplicación”. A continuación, se hace un análisis de los proyectos más significativos que resultan de este proceso y de la contribución que hacen al desarrollo nacional.

Elefantes Blancos

            Un destino que han tenido los recursos de inversión pública ha sido las canchas de futbol, los coliseos y estadios que el Presidente ha hecho construir a lo largo del territorio nacional. En Ivirgarzama se ha construido un estadio para 25.000 personas y en Chimoré otro para 15.000 personas. Estos proyectos no producen ingresos para el fisco.

            Otro destino ha sido los aeropuertos que no se usan o que tienen muy poco uso como Uyuni, Oruro y Chimoré. El aeropuerto de Oruro tiene solo un vuelo semanal de ida y vuelta a Santa Cruz, con un promedio de 20 pasajeros para un avión que tiene capacidad para 100 pasajeros. En Sucre se ha construido un segundo aeropuerto sin que haya una razón valedera para desechar el aeropuerto que ha estado operando desde hace tantos años sin mayores inconvenientes. Estos aeropuertos y otros que están en proceso de construcción están ubicados en la región del país donde se dispone de carreteras. Estas inversiones serían más útiles si se hubieran destinado para los aeropuertos del norte, que tiene déficit de carreteras.

            Los proyectos estrella del Presidente Evo Morales son el satélite, el teleférico y el centro nuclear. Durante las gestiones 2014 y 2015 el satélite obtuvo ingresos por 26 millones de $US, todavía le falta recuperar 324 millones de $US en doce años para recuperar la inversión que se ha hecho en él. Según las proyecciones de la Agencia Boliviana Espacial, la facturación subirá de 19 millones de $US que tuvo en 2015 a 28 millones de $US en 2016, llegando a facturar más de 35 millones de $US a partir de 2018, que se extenderá hasta el año 2028, con lo que “la Agencia Boliviana Espacial es una empresa rentable”.

            Con los ingresos que tienen las tres líneas de teleférico en operación, la inversión que se ha hecho en ellas, de 234 millones de $US, se podrá recuperar en 70 años. Otras siete líneas están en proceso de construcción por 500 millones de $US, para cubrir en el mejor de los casos el 7 % de la demanda de transportes que hay en las ciudades de La Paz y El Alto. Cuesta entender que, con tamaña inversión en transportes, tengamos en la metrópoli un pésimo sistema de transporte público.

            Los enfermos de cáncer se están movilizando desde hace varios meses para conseguir que el Hospital General adquiera un acelerador lineal que costaría 11 millones de $US. Uno de los propósitos del Centro Nuclear que se construirá en la ciudad de El Alto es el de proporcionar instrumentos para luchar contra el cáncer, pero a un costo muy elevado, de cientos de millones de $US. Este proyecto no tiene justificación ni técnica ni económica y más parece un juguete muy caro.

            Se están construyendo o ya se han concluido 16 dobles vías en el eje troncal del país por un monto de 1.850 millones de $US. Una carretera de dos vías con dos carriles de ida y dos carriles de vuelta se justifica cuando el tráfico que circula por la carretera crece hasta alcanzar volúmenes que sobrepasan la capacidad de la misma, produciéndose congestión. Quizá en tramos cortos próximos a las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz se justifique la construcción de dobles vías, en las demás carreteras no se justifica. Cuando la carretera ha alcanzado un tráfico de 40.000 vehículos por día, recién se justifica construir una doble vía, de lo contrario es un gasto superfluo. Bolivia tiene una gran cantidad de kilómetros de carreteras sin pavimentar o donde se puede realizar proyectos de mejoramiento con superficies de tierra o ripio, que producirían un aumento en la producción. Las carreteras de la red departamental tienen muy poca intervención y las carreteras municipales (de los pobres), están prácticamente olvidadas. Los recursos que se están destinando a las dobles vías tendrían un mejor retorno si se destinarán a mejorar estas carreteras. La doble vía Río Seco – Huarina – Achacachi, que le costará al país 85 millones de $US, es financiada con recursos de la primera emisión de bonos soberanos Esta carretera tiene un tráfico promedio de 2.500 vehículos por día, actualmente se paga un dólar de peaje, si se aumentara a dos se tendría un ingreso de 1.825.000 $US anuales, con lo que no se podrá recuperar los intereses y el capital de los recursos invertidos en ella. Por otro lado, la doble vía no provocará un aumento en la producción agrícola y en el turismo, ni tampoco ocasionará que se creen nuevas industrias.

            En gran parte las empresas que construyen las carreteras (llave en mano) son extranjeras (principalmente chinas), entre las que se contratan empresas que no tienen experiencia en la construcción de carreteras, no tienen personal ni equipo para cumplir con las especificaciones del contrato. Todos los proyectos carreteros se realizan sin haber hecho un estudio de factibilidad que justifique la ejecución del mismo.

            En San Buenaventura se ha construido un ingenio azucarero a un costo de 174 millones de $US, sin que se disponga de la materia prima que es la caña. Se espera que los cultivos de caña se desarrollen con la premura que es necesaria para el funcionamiento del ingenio. Pero esto no será tan fácil teniendo en cuenta que San Buenaventura está muy alejada de la ciudad de La Paz y no existe una buena carretera que la conecte con esta ciudad. Se necesita una legión de agricultores que sepan del cultivo de caña, los cuales tendrán que enfrentar el aislamiento de la región, lo que significa insumos caros y poca disponibilidad de los mismos. En Santa Cruz se ha instalado un nuevo ingenio azucarero (Agüai) con un costo similar al de San Buenaventura, que no tiene las restricciones del ingenio paceño y que su producción será ofrecida inmediatamente al mercado.

            No conocemos hasta ahora cuanto está vendiendo la Planta de Gran Chaco que puede producir GLP, GNL, gasolina natural, etano e isopentano y ha sido construida a un costo de 700 millones de $US. Según el experto Hugo del Granado “para esta planta no se tienen contratos con precios, volúmenes y plazos. Los mercados están inundados de GLP y para sacarlo se necesitarán cisternas o camiones con garrafas a un costo de transporte muy elevado. Para el GNL se necesitarán cisternas criogénicas e instalaciones de regasificación en las terminales de recepción”.

            Se está construyendo en Bulo Bulo (Chapare) una planta para producir urea y amoniaco, a un costo de 862,5 millones de $US con el supuesto de que su producción será colocada en el mercado internacional sin ningún problema. No se ha hecho un estudio de mercado para identificar a los posibles compradores y conocer los precios que rigen en el mercado. Podría suceder lo mismo, que ha sucedido con la planta de Gran Chaco, que no se tenga compradores o que los costos de producción sean mayores que los precios que se pagan en el mercado. El hecho de estar ubicada en el Chapare aumenta los costos de capital, porque se está construyendo un ferrocarril de 194 Km entre Bulo Bulo y Montero (que se ha suspendido por incompetencia de la empresa contratista) y también los costos de transporte para llevar el producto hasta Puerto Suarez, donde debería haber estado ubicada la planta. Otra restricción es la provisión de gas natural, que depende de un pozo (San Miguel X-1) que se está perforando.

            La inversión pública en minería ha estado dirigida a la explotación del litio en el salar de Uyuni, a la fundición de Vinto y a las minas Huanuni y Corocoro. Según informaciones periodísticas, en el desarrollo del litio se han gastado 200 millones de $US y no se conoce un resultado concreto. Una empresa alemana está elaborando el diseño final de la planta industrial de carbonato de litio (4,7 millones de $US) y el Gobierno planea invertir hasta 929 millones de $US para industrializar el litio.

            La empresa Huanuni, que trabaja con 4.000 mineros, ha tenido un déficit de 26 millones de $US en 2015. En esta mina se ha construido un ingenio que nunca podrá ser operado, porque no existe un suministro suficiente de agua y el ingenio no es adecuado para procesar los minerales que produce Huanuni. En la fundición de Vinto se ha instalado un horno, que la empresa tiene dificultades para hacerlo funcionar y que según los expertos está sobredimensionado. Estas empresas han recibido financiamiento del Gobierno a través de FINPRO, junto con otras empresas estatales como Ecebol, Quipus, Lacteosbol, Yacana y Promiel por un monto de 195 millones de $US.

            Los funcionarios públicos que manejan recursos públicos, cualquiera sea la cantidad, están sujetos a un estricto control de los gastos que realizan. Esto no ha sucedido con el Fondo Indígena, donde los recursos públicos han sido desviados a cuentas particulares. No se puede precisar el monto total que se ha perdido por efecto de la corrupción en este Fondo, se habla incluso de 600 millones de $US.

            En los diez años del Gobierno del Presidente Evo Morales el país ha recibido por las exportaciones un ingreso excepcional (valuado desde 50.000 hasta 160.000 millones de $US) que para desgracia de Bolivia ha sido desperdiciado en gastos superfluos y en inversión pública improductiva. Esta oportunidad quizá no se pueda tener otra vez en muchos años.


Publicado por El Diario y correo electrónico en marzo de 2016