Don Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach escribió un
excelente libro sobre la participación de Tarija en la lucha por la
independencia del Virreinato del Río de La Plata. En él se relata la contribución
que hizo Tarija a la independencia del Virreinato, que se tradujo en una penosa
lucha, que duró quince años y que tomó el esfuerzo y la sangre de muchos
tarijeños. Lo más destacado de esta contribución se presenta a continuación,
tomado del libro del Dr. Trigo:
El
grito libertario de Chuquisaca de 1808 y la revolución de La Paz de 1809 fueron
el primero controlado y el segundo ahogado en sangre, pero no sucedió lo mismo
con la revolución de Buenos Aires de 1810, donde se formó una junta gubernativa
(presidida por Cornelio Saavedra oriundo de Potosí), que buscó la adhesión de
las provincias del norte llamando a un congreso general, al cual éstas deberían
enviar diputados.
Recibida
la convocatoria, Tarija en cabildo abierto apoyó a la Junta de Buenos Aires y
eligió al Dr. José Julián Pérez de Echalar como diputado para que lo represente
en el Congreso General. Este abogado ocupó importantes posiciones en los
gobiernos independistas que hubo en Buenos Aires, llegando a ser enviado a
Montevideo para negociar con el virrey Elío (contrario al movimiento de Buenos
Aires), canciller, secretario del triunvirato que reemplazó a la Junta
Gubernativa de 1810.
Para
consolidar el gobierno de la Junta Gobernativa en las provincias del norte,
ésta envió los ejércitos auxiliares, que fueron cuatro. El primero obtuvo la
victoria en la batalla de Suipacha, donde participó un contingente compuesto
por tarijeños que, junto con salteños y jujeños constituían la mayoría de la
tropa patriota. También estuvieron chicheños y cinteños. En esta batalla se
distinguió el tarijeño Pedro Antonio Flores, que cumplió importantes funciones
en el ejército de la Junta de Buenos Aires (ascendió hasta el grado de coronel),
participando en las batallas de Tucumán y Salta y fue representante del
Gobernador de Salta Martin Güemes en Tarija y posteriormente su gobernador. Este
primer ejercito, reforzado por regimientos de La Paz, Oruro, Cochabamba y
Chuquisaca fue derrotado en Guaqui, con lo que el Virrey de Lima consolidó su dominio
sobre la Audiencia de Charcas.
Para
continuar la guerra con el Virreinato de Lima, en Tarija se formaron las
montoneras, al igual que las que se formaron en las provincias de Salta y Jujuy,
cuyo caudillo fue Martin Miguel de Güemes. Las montoneras estaban compuestas
por gauchos o jinetes que combatían montados a caballo. Hacia el norte se
formaron las guerrillas de Vicente Camargo, José Ignacio Zárate, Manuel
Ascencio Padilla y su esposa Juana Azurduy, Juan Antonio de Arenales, Ignacio
Warnes, José Miguel Lanza e Ildefonso de las Muñecas.
El
primer montonero tarijeño fue Ramón Rojas, que ocupó Tarija y proclamó su
libertad. Enfrentó a Pedro Antonio de Olañeta y murió en combate. Le sucedió su
sobrino Manuel Rojas, que fue sorprendido en Concepción, capturado y degollado.
Otras montoneras fueron las de Eustaquio Méndez, Clodomiro, Mariano y Saturnino
León, Fermín Baca, Juan Esteban Garay, José Ignacio Mendieta, Matías y
Francisco Guerrero, José Antonio Larrea, José Olivera, José Perales, Manuel de
Uriondo y Martín Espinosa. Un caso especial es el de Francisco de Uriondo, que
fue teniente gobernador de Tarija, “que tuvo muchas victorias y también reveses”
y terminó su lucha en Salta.
El
segundo ejército auxiliar fue comandado por Manuel Belgrano. Inicialmente
obtuvo las victorias en Tucumán y Salta sobre las fuerzas realistas de Pío
Tristán que querían recuperar tierras del Virreinato de La Plata. En estas
batallas participaron combatientes tarijeños, distinguiéndose Gabino Ibáñez y
Manuel Rojas. Como premio por estas victorias, Manuel Belgrano recibió un sable
y 40.000 pesos, que destinó para la construcción de escuelas en Tarija, Jujuy,
Tucumán y Santiago del Estero. Ingresó a Charcas y fue derrotado en Vilcapugio
y Ayohuma. Este ejército contó con 800 soldados tarijeños comandados por José
Antonio Flores.
El
tercer ejército auxiliar bonaerense, al mando de José Rondeau, tuvo la
participación de los guerrilleros charquinos: Arenales, Lanza, Camargo, Padilla
y Warnes. Había también tropas tarijeñas al mando de Francisco de Uriondo,
quien fue designado ayudante de campo del comandante. El tercer ejército
auxiliar fue derrotado en la batalla de Viloma (Sipe Sipe), cerca de
Cochabamba.
Se
puede considerar como cuarto ejercito auxiliar bonaerense a la “división
volante de las tres armas” que Belgrano dispuso y encomendó al comandante
Gregorio Aráoz de La Madrid, para combatir a los realistas que dominaban
todavía la Audiencia de Charcas, era una fuerza más reducida que las tres
anteriores. Con el apoyo de los montoneros tarijeños, La Madrid obtuvo la
contundente victoria sobre las armas realistas en La Tablada en las
inmediaciones de la Villa de Tarija, donde fue tomado prisionero el coronel
realista Andrés de Santa Cruz. Después prosiguió hacía el norte para llegar
hasta cerca de la ciudad de La Plata, donde tuvo varios encuentros con las
tropas realistas, hasta sufrir una fuerte derrota en Sopachuy. Los realistas
volvieron a tomar Tarija, pero no dominaban el campo, donde las montoneras
hostigaban continuamente a las tropas realistas. La Junta de Buenos Aires ya no
envió ejércitos para expulsar a los realistas de las provincias que ellos
consideraban del norte. La lucha de los patriotas se convirtió en lucha de
guerrillas ejercidas por las montoneras de Tarija, Salta y Jujuy.
Para
entonces la región comprendida entre lo que es ahora el sur de Bolivia y el
norte de Argentina se convirtió en un sangriento campo de batalla y en especial
la provincia de Tarija. Al norte, todo el territorio hasta Venezuela era
controlado por el virrey de Lima. Hacia el sur, el Gobierno de Buenos Aires
controlaba gran parte del territorio del Virreinato del Río de la Plata. Las
montoneras tarijeñas no se dejaron desanimar por los contrastes y continuaron
la lucha con las acciones guerrilleras, que tenían además conexión con otras
que formaban una línea de operaciones que se extendía desde Tarija hasta Santa
Cruz, en particular con la guerrilla de Manuel Ascencio Padilla y su esposa
Juana Azurduy.
Su lucha
continuó hasta que las tropas realistas se retiraran de Cotagaita (donde estaba
su cuartel general) para ir a combatir a los ejércitos de Bolívar, que venían
victoriosos de Nueva Granada. La Serna que era el comandante de estas fuerzas,
fue el último virrey que firmó la capitulación en Ayacucho. Los jefes
guerrilleros que quedaron fueron José Eustaquio Méndez, José María Avilés y
Gabino Ibáñez.
El 14 de marzo
de 1825 el Cnl. José Eustaquio Méndez tomó la Villa de Tarija y declaró la
independencia de la provincia. Se nombró como gobernador al ilustre tarijeño
José Felipe Echazú y se izó la bandera celeste y blanco. Las autoridades
argentinas enviaron a Gabino Ibáñez para que lleve artículos de guerra y se
entreviste con Echazú y Méndez.
El 26 de agosto
de 1826 el pueblo de Tarija reunido en cabildo abierto proclamó la voluntad de
pertenecer a la República de Bolívar, arrió la bandera argentina e izó la
bandera de la naciente república. Nombró como gobernador a Bernardo Trigo,
líder del movimiento anexionista y nombró diputados al Congreso de la República
de Bolívar, que no los aceptó, para no entorpecer las relaciones con Buenos
Aires. Ante la insistencia del pueblo de Tarija “que consentía antes
desaparecer del mapa que dejar de ser boliviana; que su voluntad era pertenecer
a Bolivia y sin Bolivia no podría existir en el mapa geográfico” recién el 27
de enero de 1827 otorgó a la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija el
rango de ciudad y por ley del 24 de septiembre de 1831 creó el Departamento de
Tarija.
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