En el artículo “Narciso Campero es Presidente”
publicado en El Diario el 28 de junio de 2017 pasado, el autor José Alberto
Diez de Medina afirma que el Gral. Narciso Campero es llamado a ser presidente “como
única persona capaz de regir los destinos del país en plena guerra, pese a sus
notadas fallas en la conducción de la Quinta División” Mas adelante insiste en
“la mala y desafortunada conducción de la Quinta División” que habría tenido
Narciso Campero.
Pero
precisamente es la conducción de la Quinta División que tuvo Narciso Campero lo
que mostró a la opinión pública que era el líder que debía conducir al país en
circunstancias tan difíciles, en contraposición de Daza que estaba actuando
irresponsable en la conducción de la guerra. Campero formó y condujo a la
Quinta División con responsabilidad y compromiso. La formación de la Quinta
División falló no por la conducción de Campero, sino por la incapacidad del
país de formar y organizar a sus Fuerzas Armadas para defender el Departamento
del Litoral.
Efectivamente
Campero organizó la Quinta División a pedido del presidente Daza (cuando ya
estaba retirado en Tupiza) con ciudadanos de los Departamentos del Sur. La
división tenía 1.800 rifles (la mitad inservibles), pólvora de mala calidad y
falta de fondos, municiones, víveres, ropa, mulas y forraje. Alguna ayuda
recibió de la empresa Huanchaca y personalmente de Aniceto Arce. Había una
completa desnudez en soldados y oficiales y se tuvo que lamentar la muerte de
varios voluntarios por las malas condiciones en que se encontraba.
La
tardanza que tuvo Campero en el Altiplano se debió a la ausencia de
instrucciones. Las guerras se conducen por un estado mayor a la cabeza de un
comandante. Campero nunca tuvo órdenes precisas para conducir a su división.
Incluso tuvo comunicaciones directas de Daza, en las que no había órdenes
concretas con respecto a las acciones que debía realizar la división. Por otro
lado, era intrascendente que la división, tal como estaba, se presentara en el
teatro de operaciones, puesto que no tenía ninguna capacidad de combate, la
división se disolvió en Oruro y Campero se fue a La Paz con los voluntarios
aptos para combatir.
Después
de la retirada de Camarones, los oficiales del ejército boliviano destituyeron
por unanimidad a Daza de sus funciones de presidente y comandante. La retirada
de Camarones fue la gota que colmó el vaso, pues Daza demostró una completa
incapacidad para conducir al ejército boliviano. El Gral. Eliodoro Camacho
muestra con su testimonio la actuación de Daza: “no se le ha conocido a Daza
ningún plan de operaciones de campaña. Se dedicaba a mandonear y pasar su vida
en los placeres de paseos al campo y de diversiones nocturnas”.
Ante
la destitución de Daza, Campero fue proclamado en La Paz Presidente de la
República. Inmediatamente dejó la presidencia a Ladislao Cabrera y marchó al
frente de batalla con una Quinta División reducida. En la batalla decisiva que
tuvo lugar cerca de Tacna en el campo del Alto de la Alianza, Campero fue
elegido como comandante del ejército conjunto. Aunque los oficiales y soldados
lucharon con mucho valor, no pudieron detener a un ejército chileno bien armado
y entrenado. Cuando la batalla estuvo perdida, Campero y los sobrevivientes
hicieron una marcha forzada para llegar a la ciudad de La Paz.
En la
ciudad de La Paz, la Convención Nacional eligió como Presidente de la República
a Narciso Campero, para iniciar un periodo de organización del país para
enfrentar los peligros que le acechaban. Un objetivo del proceso era terminar
con los gobiernos de los caudillos y crear un país con democracia e
instituciones. Se organizaron elecciones, en las cuales resultó elegido
Gregorio Pacheco, al cual Campero entregó la presidencia.
Este artículo fue publicado por El Diario y correo
electrónico en agosto de 2017
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